
Así que, si no quieres caminar aproximadamente un kilómetro por la carretera serpenteante hasta el glaciar, también existe esta opción para turistas.
Te entregarán allí en las mejores condiciones posibles.

y de vuelta.

Y si tienes fuerza y valor, mejor aún, da un pisotón. En la montaña, ningún camino es igual. Dan ganas de quedarse quieto para siempre, como un águila en el cielo, absorbiendo todo a su alrededor.






En algunos tramos, el sendero se estrecha casi hasta convertirse en un camino, pasando junto a piedras gigantes.




La naturaleza de este bache de la Pequeña Edad de Hielo sigue siendo un misterio para mí.

Bonito corredor.

Hay zonas con suaves acantilados perfectos para que niños y adultos corran.


Aproximadamente a mitad del sendero, el camino discurre cerca de una cascada de impresionante tamaño y fuerza. Es imposible escapar de la bruma. Las rocas más cercanas al arroyo están cubiertas por una espesa capa de musgo resbaladizo.


Una vista de la cascada desde un punto más elevado. Un arcoíris se extendía sobre el puente. El sol finalmente disipó la bruma y las nubes.

Durante nuestro viaje por Noruega, nos encontramos con estas pirámides artificiales. Había muchísimas, sobre todo de camino al glaciar. Un auténtico jardín de rocas noruego.


Ni siquiera nos dimos cuenta de que habíamos llegado al glaciar. Su magnitud e impacto son imposibles de captar en fotografías. Y junto al glaciar, la temperatura del aire desciende bruscamente, como si se abriera la puerta de un congelador gigante.



El glaciar alimenta un río que desciende y realza el encanto del paisaje.





La naturaleza ha hecho todo lo posible para inspirar a la gente a inventar trolls. Basta con mirar las rocas para que la imaginación cree criaturas extrañas.



Puedes pasar una cantidad infinita de tiempo en el glaciar. Lo mejor es evitar planificar otras actividades turísticas para el día y regresar cuando quieras.
Pero aún así hay que regresar. Es más rápido y divertido hacerlo desde la montaña que subiendo. Y la belleza permanece.

Resulta que la afición por las semillas de girasol no es exclusiva de los rusos. Este hecho confirma, una vez más, que todos somos hermanos.

Y casi a la salida, cabras y corzos irrumpieron en el paisaje.
Pastoral de Brixdal.



Fuente: viajar.ru