Dubái fue una ventaja en mi viaje a Brasil: Emirates ofrecía un vuelo de ida y vuelta (el vuelo de vuelta incluía una noche de hotel y el visado, lo cual fue genial). Pero Dubái no me gustó nada (no entiendo a la gente que paga para ir allí, y luego otra vez).

El momento del viaje fue, por supuesto, perfecto: durante el mes sagrado de Ramadán y con una temperatura exterior de +55 grados :))
Después de despertarme en el hotel, hice un recorrido turístico por la ciudad. Es práctico; es difícil recorrer una gran ciudad sin coche.

Hasta mediados del siglo XX, Dubái era esencialmente un pueblo. Sus residentes se dedicaban a la pesca de perlas, y cuando Japón descubrió perlas artificiales, el país se sumió en una crisis. Sin embargo, se descubrió petróleo y...


Dubái es una ciudad de carreteras y de construcción continua.

La gente vive aquí, viajando de una habitación a otra, del coche al tren, etc. Sin aire acondicionado es casi imposible.

En verano hacía +55 grados... es como una sauna finlandesa, pero en todas partes :))

El metro es muy bueno y puedes llegar a la ciudad usándolo.

En general, la ciudad parece Disneylandia: parece estar allí, pero todo es artificial, no está vivo.

No hay gente en las calles y casi no hay plantas.






No hay casi nada que ver, antes había un pueblo pero ahora solo hay hoteles y centros comerciales.


Cada segundo hotel es “el más caro”, “el más grande”

Al otro lado del Golfo Pérsico se encuentra el absolutamente auténtico, oriental y ruidoso Irán.


Fuente: viajar.ru